Mientras llegan las primeras noticias de cumbre en Lhotse y Cho Oyu, el equipo de Pauner en el Kangchenjunga es rechazado a casi ochomil metros tras haber apostado casi todo en el ataque a cumbre, y se encuentran desmoralizados, mientras los miembros del GREIM capean con paciencia un temporal que parece no tener fin. Cada uno narra sus experiencias desde su Campo Base y su perspectiva
Carlos Pauner |
KANCHENJUNGA: NO HA PODIDO SER
El día 8 a las 6 de la mañana, salimos del Campo Base con intención de atacar la cumbre del Kangchenjunga. Subimos en 6 horas directamente hasta el campo 2, a 7.000 metros. El camino, como siempre, hay que hacerlo, pues las nevadas de cada día lo borran de una vez para otra. Tras dormir en el campo II, nos sumergimos en terreno desconocido. Atravesamos la parte superior de la cascada de hielo que da acceso al plateau de nieve, al pie de la pirámide somital y conocido como "great shelf" (la gran repisa). Para llegar a él, tuvimos que atravesar grandes grietas de hielo y escalar muros verticales, por lo que, dado que llevamos todo a la espalda, resultó muy laborioso. De esta forma, llegamos al emplazamiento del campo III, a 7.600 m, en un llano al pie del corredor terminal del "Kangchen". Nos quedaban 1.000 m de desnivel y nos dispusimos a pasar la noche.
Pauner, Mondinelli y el resto del equipo se enfrentaron a fuertes vientos y mucha nieve acumulada |
El día D: A las 2 de la mañana, nos preparamos para partir. Nos vestimos y preparamos agua, lo cual en una tienda compartida por los 4 es una tarea larga y pesada. Cuando estamos listos, hacia las 4, el viento comienza a soplar. Al principio no mucho, pero luego agita la tienda con fuerza. Decidimos esperar un poco. Dentro no hay casi espacio, la escarcha lo cubre todo y el frío es intenso. Hacia las 6, salimos, ya con claridad, pero el viento y la ventisca nos hacen retornar. Seguimos esperando y hacia las 7, decidimos que ya no hay tiempo para llegar a la cumbre y en plena ventisca, bajamos en muy precarias condiciones hasta el Campo Base.
El retorno ha sido muy duro, pues la ventisca no dejaba ver el camino, ni las grietas e incluso hemos desencadenado algún que otro alud de placa, que nos ha dado algún buen susto. Finalmente, en el Campo Base, la decepción es mas que patente. Hemos estado solo a unas horas de acabar con todo. Pero esta montaña, difícil donde las haya, no nos ha permitido acceder a su cumbre. Después de tanto esfuerzo, hemos tenido que dar marcha atrás. Dan ganas de dejarlo todo, de abandonar, pues el sufrimiento a que nos somete la altura, es extraordinario y difícil de explicar para quien no lo ha probado. No obstante, ahora hay que descansar y recuperarse. La altura nos ha maltratado y en nuestros cuerpos queda la huella de estos días pasados. Hemos perdido bastantes kilos, tenemos las gargantas destrozadas y sobre todo, el ánimo por los suelos. Mañana, seguramente, lo veremos todo distinto. Tras una noche de "confort" en nuestras tiendas y tras haber comido y bebido bien, tendremos otro estado de ánimo. Seremos más positivos y diremos, por lo menos, ya tenemos montado el campo 3 a 7.600 y hemos ganado toda esa cota de aclimatación. Así será, mañana, porque hoy solo hay espacio para el dolor, para la decepción y el más profundo abatimiento. Mañana será otro día...Los partes son contradictorios, y ninguno es realmente esperanzador: se espera ventisca y nieve |
EVEREST NORTE: ARRIBA Y ABAJO
Bueno, ya estamos por aquí otra vez, después de unos trece días en los que han pasado muchas cosas. La última crónica la mandamos el 27 de abril, dos días antes de que se nos estropeara el módem, lo que nos dejó totalmente aislados de España. Ayer, por fin, nos arreglaron desde España la conexión, aunque hoy tengo mis dudas de que esta crónica salga porque por la mañana el módem había dejado de funcionar otra vez.