Material de escalada; para la libertad de las cumbres

Pocos materiales existen en cualquier actividad deportiva más específicos que el empleado para la seguridad y progresión en escalada y alpinismo. Y en pocos se podrá encontrar un desarrollo igual de la investigación sobre el mismo a lo largo de los años.
Su evolución ha ido pareja con la evolución del montañismo -actividad que a veces cuesta denominar como deporte; como dijo Anatoli Bukréyev,
“las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición deportiva, son las catedrales donde practico mi religión.”.
En ocasiones ha sido el aumento de la dificultad buscada por escaladores, montañeros y alpinistas la que ha llevado a la invención de nuevos materiales, en otras ha sido el descubrimiento y fabricación de nuevos materiales la que ha permitido realizar algunas actividades y escaladas impensables hasta ese momento.
Y en muchas ocasiones, los nuevos descubrimientos han tenido que ver mucho con la ética alpina imperante en la montaña; así ocurrió cuando aparecieron los sistemas de levas o friends, en un momento en el que se veía como algo lamentable la colocación de anclajes agresivos con la roca y el medio ambiente, y se pretendía que la escalada fuera lo más pura posible -en cuanto a la actividad-, y lo más respetuosa posible -con respecto a la roca y la montaña.
Toda esta evolución de más de un siglo, en la que miles de montañeros, alpinistas y escaladores y empresas han participado, nos ha llevado a un momento en el que el material “duro” de montaña nos da una seguridad y comodidad sin precedentes.
Los cascos de escalada son ultraligeros, pero resisten y nos protegen más que aquellos que suponían un verdadero hándicap a la hora de escalar. Los arneses se llevan sin sentir, no molestan, no pesan, nos olvidamos de que los llevamos, pero nos dan una confianza absoluta en paredes, montañas y glaciares. Los mosquetones y las cintas expreses pesan gramos, su apertura y chapaje es absolutamente fácil y eficaz, pero su resistencia tanto en abierto como en cerrado ha aumentado. Incluso los sistemas más antiguos, como fisureros y clavos, tienen ya muy poco que ver con los que empleaban las anteriores generaciones.
Las cuerdas han disminuido su diámetro sin modificar ni un ápice la seguridad, con todo lo que ello conlleva, no sólo en ahorro de peso, sino en facilidad a la hora de asegurar, y sus tratamientos anti humedad y anti aristas nos permite confiar que no nos vamos a quedar sin ellas a mitad de escalada.
¿Y qué decir de los sistemas de aseguramiento? La aparición del gri-gri supuso un antes y un después en los aseguradores y descensores, pero todo ha mejorado, incluso las viejas cazoletas. Reverso, ATC, Alpine Up, Mascott, Cinch, Click-Up, Jul....la lista es larga, pero todos los aparatos, bien empleados, han conseguido reducir determinado tipo de accidentes en un buen porcentaje.
Por supuesto, todos estos materiales no sustituyen la experiencia y el conocimiento. Que nadie se piense que porque el material sea más seguro o fácil de usar, o porque un asegurador frena casi automáticamente nuestra caída, la responsabilidad sobre la seguridad en la montaña y la escalada no recae sobre nosotros.
Pero es evidente que en pocos momentos hemos tenido las facilidades, gracias al material “duro” de alpinismo y escalada, que tenemos ahora para conseguir y disfrutar de eso que tanto anhelamos, esa religión de la que hablaba Anatoli Bukréyev: la libertad de las cumbres.