El 3 de mayo, si el tiempo lo permite, se celebrará esta escénica –y técnica- carrera de esquí de montaña. Es la más alta de las competiciones oficiales, la más antigua, y una de las más espectaculares: el Cervino, el Breithorn, el Castor y el Pólux, el Monte Rosa o el Lyskamm componen el fondo alpino en que se mueven los corredores. Pero además, su historia sitúa a la Mezzalama en el filo entre la realidad y la leyenda y constituye, al miso tiempo, la historia del esquí de travesía.
Los coredores deben afinar también sus aptitudes alpinísticas |
El próximo sábado 3 de mayo (o el día siguiente si las condiciones meteorológicas fueran especialmente malas esa mañana), tendrá lugar un año más el Trofeo Mezzalama, una de las grandes clásicas de Europa de esquí alpinismo y que, además, este año, contabiliza para la copa del mundo. La cita es tan atractiva que las patrullas participantes han, literalmente, colapsado a la organización con sus solicitudes. Los factores de la carrera se han encontrado, de pronto, con que había 280 suscritos, cuando el límite era en principio de doscientos. Un dato que abría hecho las delicias de Ottorino Mezzalama, pionero y apasionado del esquí (del esquí-alpinismo, efectivamente, entre otras cosas porque en su época aún no existían las estaciones propiamente dichas), que organizó la primera carrera, en 1933.
Esta circunstancia les ha forzado a tomar una medida drástica pero inevitable. Todos los inscritos tomarán parte en la salida (siempre que cumplan las condiciones requeridas), pero sólo las 190 primeras patrullas masculinas y las 109 primeras femeninas podrán seguir compitiendo tras el Collado del Breithorn, que da paso al tramo más técnico desde el punto de vista alpinístico. La organización no se podía responsabilizar de la seguridad de un número excesivo de corredores. De esta manera, los participantes deberán adaptar su estrategia y ‘apretar’ aún más en la primera fase de la competición, si quieren aspirar a completar el recorrido.La Mezzalama se corre en patrullas de tres |
La carrera, la gran cita del calendario junto a la Pieramenta, es la competición de esquí alpinismo que se celebra a mayor altitud. Por ello requiere una preparación muy rigurosa, no ya para los que aspiran a podium, que son los mejores del mundo en la disciplina, sino simplemente para completar el impresionante itinerario de 45 km., 2800 m. de desnivel positivo, 3100 de desnivel negativo, y una altitud media que oscila entre los 3.500 y los 4.000 metros de altidud. Se trata de una carrera APRA equipos de tres, siempre mayores de 18 años y con un solo recorrido (no hay diferencias por categorías, ni entre hombres y mujeres). El recorrido parte de los pies del Cervino, y atraviesa el macizo del Monte Rosa, con varias cumbres, y pasando asimismo por la cima del Castor (4.226 m.) o el paso de ‘la nariz’ del Lyskamm. Termina en Gressoney y, en conjunto, es un increíble recorrido por las cumbres y aristas de los cuatromiles y demás picos que han hecho del Valle de Aosta uno de los más famosos del mundo para los amantes de las montañas. Por descontado, parte de ese recorrido requiere quitarse los esquí, calzarse los crampones y empuñar el piolet: además de arañar segundos, los participantes deben progresar por corredores y palas de gran inclinación, y por afiladísimas aristas a cuatro mil metros. Los tres intengrantes de cada patrulla deben aportar un cetificado médico de aptitud. Por ello, muchos de los equipos llevan toda la semana en los refugios de la zona, entrenando y aclimatando. También están, cómo no, mirando al cielo.
Y es que, desde 1933, la competición se ha organizado cada año... pero no siempre se ha podido celebrar. La meteorología, un factor determinante en un ambiente tan de alta montaña y en una época tan variable como es la primavera, se ha convertido en un respetable enemigo. Por otra parte, problemas organizativos la sumieron en el olvido durante los años ochenta. Sin embargo, en 1995 se creó la Fundación Mezzalama, que ha conseguido recobrar el renombre y la difusión de la carrera, y ha decidido celebrarla regularmente cada dos años.