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Blog de Montaña

26 de Agosto de 2014

2ª jornadas de paraescalada, Ordesa-Bujaruelo. El invidente Manuel Cepero escala el Pilar de Primavera al Gallinero

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Tras el éxito de las jornadas de Riglos, en esta ocasión el lugar elegido ha sido Ordesa. Escalada clásica y deportiva en un intenso fin de semana, con 1ª para Manuel Cepero.

Manuel Cepero escalando en el Pilar de Primavera

Después del éxito de las Primeras Jornadas de Paraescalada en los Mallos de Riglos el pasado mes de julio, con las escaladas a la Aguja Roja y el Puro, los días 23 y 24 de agosto se celebraron las segundas jornadas en la zona de Ordesa y Bujaruelo, organizadas por la vocalía Discapacidad y Montaña de la Federación aragonesa de montañismo, con el objetivo de conocer el nivel técnico y preparar a nuevos escaladores.

Participaron los deportistas invidentes Manuel Cepero y Óscar Domínguez, las chicas con baja visión Pilar Torres y Raquel Alejandre, y dos nuevas promesas, ambos con baja visión: Juan Navas y Raúl Simón. Todos ellos con sobrada experiencia en montaña, miembros de los clubes Medio natural y discapacidad y Peña Guara.

El campo base ha estado situado en el albergue Lucien Briet de Torla, lugar al que llegaron el viernes día 22. Manuel Cepero decidió escalar en Ordesa, y el sábado se encaminaron al Pilar de Primavera al Gallinero (6a), abierta el 16 de junio de 1974 por J.P.Barokas y R.Despiau. Han pasado 40 años y también queremos ser los primeros.

La aproximación fue dura y peligrosa, porque había llovido mucho el día anterior, y ya en la Canal de acceso desde la Faja Racón tuvieron que sacar las cuerdas. 3 horas después de dejar el camino, llegaban con esfuerzo a pie de vía.

Tras superar los primeros largos, con problemas de adherencia por la humedad, llegan al largo clave de la vía, en el que tras una reunión colgada pueden comprobar lo duro que es un sexto grado de Ordesa, con sus techos y extraplomos.

Hay que entender que en un largo como ése, de pocas y minúsculas presas de pie, no es fácil escalar para Manuel, ya que mientras a tientas las busca en las paredes lisas del diedro, tiene que mantenerse tirando de brazos. Eso hace que él, en sus circunstancias, lo gradue como un 6a+/b de otras paredes y escuelas.

Finalmente, alcanzan las fajas superiores, tras 6 horas de escalada, cansados, pero sabiendo que ya eran escaladores de Ordesa. Descienden a través de las clavijas de Cotatuero, y son otras 3 horas hasta el punto de partida, 12 horas después de abandonarlo.

Manuel y Agus

No sólo hay que considerar el esfuerzo de la escalada en si, sino también el tránsito por terreno de pedreras, alta montaña, fajas, clavijas, con lo que eso supone para una persona invidente.

El resto del grupo opta por la escalada deportiva en la escuela que hay en Bujaruelo. Hay que tener en cuenta que buena parte del grupo está convaleciente: Óscar, se está recuperando de una rotura en el pie; Raquel se está recuperando de una rotura de peroné que sufrió esquiando este invierno pasado, y Pilar está saliendo de las secuelas de la operación de rodilla que sufrió el pasado invierno.

Pero esto no les impide superar un buen número de vías, acompañados por Juan y Raúl, con poca experiencia en escalada que suplen con fuerza y tenacidad.

El domingo lo dedican a insistir en los aspectos técnicos, comprobando que las mismas vías del día anterior eran superadas con facilidad simplemente siguiendo algunos consejos. También probaron algunas nuevas vías, como “Bea” (IV+/V) y “P. Lepanto” (V), “El sapo” (V+), “Carol” V, “Felicidades Paco” (V) con resultados satisfactorios. El trabajo para intentar superar “Zaragoza” (6a+), “Huesca” (6a), “Teruel” (6b) y “Rosas de Acero” (6a) fue intenso con diferente resultado según el nivel técnico de cada escalador. También probaron “Os estalentaus” (7a) para ver sus sensaciones en el séptimo grado.

En Bujaruelo

Los organizadores y escaladores quieren agradecer a Agustín Abarca, Manuel Sanchez, Miguel Boto, Joan Aguilar, Nieves Lopez, Moisés Gomez y German Lopez, por compartir su sabiduría, tiempo y experiencia con el fin de que este grupo de excelentes escaladores siga progresando y mejorando en esta difícil y exigente disciplina del mundo del montañismo.

El grupo al completo

Manolo Cepero: “Salimos del aparcamiento poco después de las seis de la mañana. La aproximación nos llevó tres horas. Había una ladera de hierba mojada bastante delicada de pasar. Se puede entrar a la vía por varios puntos. Elegimos uno que tenía un tramo mojado en diedro de cuarto grado, que ya nos costó (había llovido los días anteriores). Cuando entramos en la propia vía, nos seguimos encontrando con esos típicos bloques de caliza de Ordesa, como sillares de catedral, que yo no conocía, porque no había escalado allí nunca. La vía avanza por diedros, fisuras y alguna chimenea, e incluso los tramos que marcan como más fáciles, me parecieron muy exigentes. Es una escalada muy física y se necesita mucha resistencia. Mis compañeros Agus y Germán conocían muy bien Ordesa y habían hecho esa vía otras veces. Cuando llegamos arriba, nos comimos el bocadillo en una pradera llena de flores y plantas de todas clases, y emprendimos el descenso haciendo una travesía y después por las clavijas de Cotatuero. Pasadas las clavijas durante un rato es donde me pareció el terreno más delicado, tal vez por estar ya cansado. Llegamos al aparcamiento después de doce horas, contentos y sin problemas. Ya se puede decir que he estado en Ordesa.”

Raúl Simón: “Llegó el día, parto ilusionado y agradecido desde Zaragoza hacia Torla en buena compañía. Para mí son buenas sensaciones, ya que no es tan fácil encontrar personas dispuestas a ayudar, dando lugar a oportunidades como esta. Una vez en Torla, nos unimos al resto del grupo y lo primero que siento es la buena energía que se contagia de unos a otros. El sábado nos dividimos en dos equipos y salimos hacia nuestro objetivo.

Comienza la escalada en una zona de 4, 5 y algún 6 grado. La primera hora se hace un poco más dura ya que los nervios se mezclan con alguna zona de piedra todavía mojada. Hemos tenido suerte con el tiempo, hace sol y la piedra va cogiendo calor (lo mismo que el cuerpo con el esfuerzo realizado). Noto que es una zona en la que no hay muchos agarres de mano, esto unido a que no poseo una buena técnica hace que me sea difícil avanzar y que la fatiga no tarde en aparecer, lo que se traduce en una sensación de pérdida de fuerza en los dedos. Como escalador novato que soy, agradezco que mis instructores me recuerden que debo utilizar más los pies y gracias a sus indicaciones y apoyo logo enlazar los 5. Motivado decido comenzar un 6, pero no tardo en darme cuenta de que está por encima de mis posibilidades y, aunque intento en casi una docena de veces salvar el paso, solo consigo terminar la vía ayudándome de la cuerda. En este momento toca descansar, de lo contrario mis brazos no serán capaces de seguir escalando ya que la jornada continua y los retos se suceden.

El domingo regresamos a la misma zona y, a pesar del cansancio, me explican que es el momento de aprender a escalar de verdad. Retomamos los 4 y 5 pero esta vez utilizando más los pies (como tantas veces me han insistido durante el fin de semana) y lo cierto es que, a pesar del dolor en los brazos, la técnica me ayuda a enlazar con éxito. A medio día nos reunimos todo el grupo en la pradera de Bujaruelo y así, en buena compañía, compartimos historias, experiencias y sensaciones, lo que consigue que a pesar del cansancio los arañazos y los moratones, me quede con ganas de más tiempo rodeado de estos compañeros, de este paisaje y por supuesto, de este deporte.

Solo me queda agradeceros que me hayáis permitido entrar en vuestro “círculo” y que me hayáis dado esta fantástica oportunidad.”

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