
Los problemas de comunicación comprensibles en la zona impiden de momento el envío de imágenes vía satélite de la actual expedición.
Hoy se cumple una semana de navegación ártica para la nueva versión corregida y aumentada del catamarán polar impulsado por el viento de Ramón de Larramendi. En esta ocasión se ha convertido en un verdadero tren en el que viajan 5 personas con un campamento flotante. A pesar de lo complejo del terreno, lleno de grietas, el equipo se ha internado en el corazón glacial de la isla de Groenlandia, y navegan con paso firme y seguro ante la excelente respuesta de su nuevo modelo de catamarán.
Ante ellos tienen 5.000km, en un intento de realizar la primera circunnavegación completa por el hielo de Groenlandia de la historia. Un avión depositó al grupo en el hielo el pasado día 3 de mayo, junto a su catamarán y equipo, en el suroeste de la isla. Tras dedicar dos días a preparar todo, y ya de paso dejar que amainara el fuerte viento, el martes día 6 realizaron unas pruebas, y el miércoles 7 comenzó su aventura, poniéndose en marcha a bordo del proyecto de laboratorio móvil para regiones polares.
Lo accidentado del terreno les hace ser prudentes con la velocidad, que normalmente es de unos 15 kilómetros por hora, aunque han llegado a alcanzar los 40km/h. “A 100 kilómetros había grietas que no esperábamos, pero es que se trata de un glaciar muy activo. Algunas estaban nevadas y hemos pasado por encima, pero otras hemos tenido que rodearlas maniobrando con las cometas en una operación que ha generado bastante tensión”, afirma Larramendi.

Y es que acaban de empezar y no quieren forzar la estructura del trineo. “Los primeros días hemos avanzado menos porque ha sido necesario realizar pequeños ajustes, pero ya estamos enfilados hacia el norte, viento en popa. Los tres trineos del convoy van como un rayo”.
Ahora se enfrentan al glaciar Jakobhavn Isbrae, el más activo de Europa con movimiento de entre 20 y 35m al día. Desprende al fiordo unos 20.000 millones de toneladas de hielo anuales, creando grandes icebergs.
Se encuentran a unos 1.900m de altura, pero las temperaturas no están siendo extremas, oscilando entre los -10ºC durante el día y los -20ºC durante las horas de menos luz. Además, una de las novedades de esta nueva versión del catamarán es la incorporación de una nueva tienda transparente para el piloto: “Esta tienda nos quita mucho aire frío, es una gran mejora para los pilotos respecto a expediciones anteriores”, ha afirmado Larramendi.
Como en esta época del año en Groenlandia no hay noche completa, se organizan en turnos de 10 horas para pilotar, y todo el equipo descansa 4h al día. Y ya han comenzado con la recogida de datos científicos a través de los sensores que recogen temperatura y humedad ambiente, y pruebas de taladro con recogida de capas de nieve y hielo. Son zonas muy importantes para extraer conclusiones sobre temas meteorológicos y de calentamiento global, pero hay pocos datos por lo remoto del territorio.
La instrumentación que llevan los expedicionarios a bordo pertenece a dos proyectos científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), dirigidos por el geógrafo Juan Ignacio López Moreno: la caracterización de la nieve y la validación de modelos climáticos de Groenlandia.
Sobre la importancia del modelo ecológico de transporte ártico que Larramendi inventó y ya ha probado con éxito tanto en la Antártida como en el ártico norte, basta decir que a mayor velocidad que transportes que emplean combustible fósil, puede ya cargar casi el mismo peso que estos, lo que abre un gran abanico de posibilidades de estudio en zonas remotas antárticas en la que hasta ahora no se podía penetrar.
Y con respecto a otros sistemas no contaminantes con territorios extremadamente vírgenes como los polares, baste decir que el americano Lonnie Dupre y el australiano John Hoelscher, con sus trineos con perros y kayak, tardaron 5 años, entre 1997 y 2001, en dar la vuelta a la isla, sin poder hacerlo además por el hielo; el Trineo de Viento invertirá en torno a 45 días.
El equipo expedicionario estácompuesto por Ramón Larramendi, los ingenieros españoles Manuel Olivera y Eusebio Beamonte, la danesa Karin Moe Bojsen y el groenlandés Hugo Svensson. Desde España, participa en su coordinación logística el geólogo y piloto Juan Manuel Viu.
