
Su trayectoria fue corta, pero intensa, y medio siglo después sige asombrando por su vanguardia, estética, ética y lógica. Alberto Rabadá (Zaragoza, 1933) y Ernesto Navarro (Fuencalderas, Huesca, 1934) viajaron en agosto de 1963 a los Alpes para intentar conseguir la primera escalada española de la historia a la gran pared norte del Eiger. Les avalaban 4 años mágicos en los que habían resuelto problemas como la oeste del Naranjo o el Espolón del Firé.
El día 2 de agosto, Luis Alcalde, Rabadá y Navarro llegaban a Grindewald. Alcalde, amigo de la cordada, no tenía previsto participar en la escalada de la entonces considerada “pared asesina”. Desde su apertura en 1936, eran numerosos los alpinistas que habían perdido la vida en ella, con una estadística preocupante: una de cada tres cordadas que lo habían intentado, habían fallecido.
Pronto se pusieron en marcha, y el 3 de agosto superaban 1.000m de pared, a través de una nueva ruta directa. El tiempo cambia y se ven obligados a abandonar por uno de los respiraderos del túnel del Jungfrau, que cruza la pared por su interior.
El 8 de agosto comienzan el segundo intento, y una vez más un cambio meteorológico les obliga a regresar a través del túnel. Era su última oportunidad, tenían que regresar a casa. Pero el sol apareció, y a última hora decidieron darse un último intento.
El día 11 de madrugada comenzaban a escalar, de forma rápida, hasta el segundo nevero, en donde una gran tormenta les pilló en el vivac. Decidieron aguantar allí durante todo el día 12 en espera de una mejora, que llegó a la mañana siguiente, a diferencia. El día 13 su progresión era lenta, cansados por el esfuerzo y la espera en medio de la tormenta durante un día y una noche.
La noche del 13 al 14 no fue mejor, con agua y temperaturas gélidas. Con sus menguadas fuerzas intentaban salir de la pared, pero a 300m de su cumbre, en la zona conocida como la Araña, éstas les abandonaron, tras haber pasado una noche más sentados en una repisa.
El día 15 se preparó un grupo de rescate. En ese momento no se les tenía a vista, debido a las condiciones, con temperaturas que en altura alcanzaron los -20ºC.
La siguiente vez que Luis Alcalde pudo localizarles, el día 16 de agosto por la mañana, descubrió sus cuerpos inertes colgados de la pared, en el helero de la araña. Un avión intentó despertarles, pero no pudo: habían fallecido. Sus cuerpos fueron recuperados posteriormente durante el primer descenso de la pared, en diciembre de ese mismo año.
Legado
Su trayectoria fue corta, apenas 4 años, pero intensa y vanguardista; a fecha de hoy, sigue viva y de plena actualidad. Solucionaron algunos de los principales problemas de la escalada española y sus vías, lógicas y necesarias, siguen siendo un reto indispensable para cualquier escalador que se precie. Las “Rabadá-Navarro” que se distribuyen por la geografía peninsular continúan atrayendo, por su plena vigencia y atemporal belleza, a todos aquellos que buscan la magia clásica en las paredes.
En los últimos años hemos ido publicando, según cumplían su 50 aniversario, las crónicas de sus principales aperturas. Algunas de ellas son transcripciones exactas de sus crónicas, que pudimos obtener por gentileza de Montañeros de Aragón, así como de amigos suyos como Cintero o Ursi Abajo. También, el día del aniversario, publicamos la crónica de su primera apertura, en la Peña Don Justo de Riglos, en 1959. ¡Quién podría imaginar en ese momento que en tan solo 4 años conseguirían lo que consiguieron!
50 años de la Rabadá-Navarro a la oeste del Pico Urriellu; 50 años de mito
50 años de la Rabadá-Navarro al Firé; 50 años de modernidad; El año de los espolones (I y II)
Sábado 2 de mayo de 2009: 50 aniversario de la primera vía abierta por Rabadá-Navarro