Fueron los primeros en llegar al Gondogoro, incluso antes que el BAT Basque Team. Como ellos están solos, sin porteadores, la situación que se encontraron era paradisíaca: “Ayer hicimos una misión de reconocimiento a la parte alta del glaciar del Gondogoro para obtener una buena vista del Laila Peak. Era un día perfecto día soleado, sin una pizca de viento, ni una nube en el cielo. Éramos las dos primeras personas en llegar tan lejos en el glaciar este año y no había ninguna otra alma en todo el valle, ni una sola huella, ni un solo sonido. Nada excepto la nieve, el cielo, la roca y las sombras. El Paraíso en la Tierra.”
Ascendieron hasta los 5140m de altura por pendientes de 45º-50º y montaron el campo 1, en donde durmieron. A la mañana siguiente comenzaron a subir y les quedaban unas horas de trabajo duro. Pero tuvieron que detenerse: “La cara noroeste del Laila Peak es una inmensa mesa lisa de 45-50º, y de pronto no nos resultó nada difícil, tal y como estaba la nieve, imaginar que una fractura podría tirar la pared entera. En momentos como éste es cuando encuentro útil hacer una pausa para reflexionar acerca de las prioridades en mi vida (…) cuanto más alto ascendíamos más profunda era la nieve hasta que nos encontramos nadando en una especie de azúcar profundo. Parecía estable, pero esa gran cantidad de nieve continua con una inclinación tan elevada...decidimos cavar un hueco para comprobar la estabilidad de la nieve. El instinto es fundamental en la montaña...y es el que hace que un esquiador de altura como mi compañero Fredrik Ericsson siga vivo y haya conseguido lo que ha conseguido...así que estamos de vuelta en el campo base.”
Y ahora ya hacia el K2. Han tenido tentaciones de sucumbir a la belleza del Laila Peak, pero a no ser que finalmente caigan en ella y hagan una última intentona, su objetivo en este momento ya es la segunda montaña más alta del mundo.