Josune Bereziartu y Rikar Otegi siguen con sus actividades alpinas. En esta ocasión, se han acercado a Telera y han conseguido realizar una vía de aventura con pasos de hasta M7 y condiciones bastante precarias. Se llevaron un par de sustos, pero el resultado es Frenesí, una nueva vía en mixto buen ejemplo de su nuevo quehacer alpinístico. Aquí os dejamos con su crónica:
“Cuando este invierno pasado hicimos el corredor Maribel con nuestros amigos Tomas y Joserra, Rikar se fijo en un corredor encajado a la derecha del clásico diedro norte de telera, entrando por la gran diagonal. Había un problema objetivo: debajo de este llamativo corredor una barrera de roca desplomada de unos ochenta metros cerraba el lógico paso al mismo.
Sin embargo, fijándonos más concienzudamente, justo en medio del desplomado muro una mancha blanca, una imaginaria cascada de hielo, alimentó la imaginación de Rikar. Aquella mancha abastecería la imaginación de Rikar y mía, y sería el lógico tramo de unión entre el muro de roca de unos ochenta metros y el corredor de encima.
Por aquel entonces Manu Cordova y Edu nos aconsejaron que no dejásemos pasar la oportunidad de repetir la "Fortune Carree" de Remy Thivel y compañía en el Midi, y aparcamos la idea de Peña Telera. Como ambos nos advirtieron, disfrutamos de lo lindo repitiendo esa efímera línea raramente formada en la cara este del Midi D'Ossau.
Un templado invierno estaba dando a su fin, cuando una última nevada dos días antes nos hizo preguntarnos a nosotros mismos por las condiciones de la pared. Llamamos a Quique Villasur, y coincidimos en que por allí no había ninguna vía abierta y que las condiciones, aunque malas, las íbamos a aprovechar. La mañana siguiente temprano, con el sol dando ya en la pared, tuvimos una serie de desagradables experiencias que nos hicieron bajarnos de la vía desde el segundo largo. Ni nieve ni roca, ni podíamos escalar con las manos ni los crampones o piolets servían de gran ayuda. Rikar tuvo una caída en el segundo largo, cuando un crampón se le deslizo de la resbaladiza roca y súbitamente estaba colgado con un piolet en la mano derecha a siete metros debajo mío, colgado de mi arnés, tras haber saltado el primer seguro, un micro friend. Una caída de factor dos. La cosa se agravó después pero bueno, ésa es otra historia, una historia de frenesí.
Recuperó el piolet, que estaba enganchado en la roca donde tuvo el desliz y decidimos que no era ni el momento ni el lugar para estar allí, y rapelamos de inmediato.
El catorce de marzo, justo antes de acabar el invierno, estábamos de vuelta en la vía. Esta vez las condiciones eran mejores, la nieve estaba casi trasformada y daba gusto escalar aquellos dos primeros largos. Estábamos debajo de un gran desplome de quince metros con una fisura que se iba ensanchando progresivamente, en mitad la famosa mancha blanca. En vez de una cascada de hielo, una gran nube blanca como una gigante bola de algodón de azúcar obstaculizaba el paso. Un friend aquí, otro allí, un resbalón con el crampón por aquí otro por allí, una laja suelta por aquí, un pie roto por allí...no sé como subí aquello y a vista (Josune), crampones en los pies, piolets, nieve polvo por doquier, las manos en la roca, las manos en los piolets…en fin, un tramo que con la poca experiencia que atesoramos en este tipo de escaladas no sabía como resolver de la mejor manera. Luego vino la salida en desplome de la fisura...ya estaba en lo vertical, vertical que se iba tumbando hacia la entrada del corredor por un hielo efímero, muy fino y con tramos muy bonitos de mixto y donde los nervios afloraban por no poder colocar ningún seguro. La graduación del largo M6/7 no estamos familiarizados aún con esta escala, pero creemos que puede ser algo así.
El corredor de unos ochenta metros nos engañó, la nieve sin trasformar, algún resalte a 90º y la dudosa fiabilidad de los seguros -ésta fue la tónica de toda la vía- nos llevó hacia un callejón en el que debíamos de buscar notros mismos la salida. La idea era retomar por una vira, unos hilos de hielo hacia la derecha: la desistimos de inmediato. Una placa lisa de quince metros sin que nosotros tuvieramos posibilidades de enlazarla nos dejó una única alternativa. Más corta y más intensa, pero el diedro desplomado, estilo Ordesa, que teníamos a la izquierda de nuestras cabezas era la única posibilidad digna. Rikar subió también como pudo, con más fuerza que técnica, rechinando los crampones en la roca, gancheando...hasta dar con una preciosa cascada que caía desde el lado izquierdo del diedro mismo. Otra vez M6/7 o así, y a vista también...
Resultó una pena que no pudiésemos subir por donde teníamos idea: parecía una línea discontinua de dos o tres largos muy interesantes. Sin embargo, las condiciones -le daba parcialmente el sol ya demasiado tiempo- desaconsejaban intentar aquella posibilidad, que además debíamos de haberla seguido desde mas abajo. Seguimos, ya sin mucha convicción, la dificultad que quedaba era ascender una rampa de nieve de 45/50º en malísimas condiciones, bordeando un pequeño espolón hacia la derecha en diagonal.
Más tarde, viendo los croquis y las fotos, nos dimos cuenta de que habíamos llegado hasta la salida de las vías Super Lulu o Chez Lulu. Justo en ese momento, Josune se quitó el casco, pues le molestaba un poco el gorro interior. Mientras miraba por donde seguir en aquella campa, le advertí que no tenía atada la hebilla del mismo. De repente una piedra como un plato cayó desde lo alto, y se deslizó por el aire, dándole en el casco y arrojándoselo al vacío...¡¡¡Gran susto!!! Más tarde, a la bajada, justo en la base de la entrada de la gran diagonal, logramos recuperar el casco intacto. Nuestro amigo Edu, que andaba por allí, nos sacó una foto desde la base de la Gran Diagonal que aunque no está del todo nítida, atestigua la rudeza de la escalada en esta fabulosa e increíble Peña Telera.”