Nueva lección de Josetxu Diego, Marine, en la Iditarod. Tan sólo tenéis que leer su crónica para saber porqué:
"And did you find it? Yes, I found it.
Cuando me encontraba en alguna villa y la gente -por cierto todo hospitalidad- me preguntaba ¿por qué? yo respondía eso: estaba viviendo la experiencia y buscando mis propios límites. Después me preguntaban ¿los había encontrado? Ahora puedo responder, desde el calor de una habitación caliente en Nome, que sí, los encontré a 1.600 km de donde empecé a buscarlos.
Los encontré a 87 millas de esta localidad, cuando ya había rebasado Golovin.
Entre Koyuk y Elim, nuevamente viví otra de esas "mini odiseas" que tanto afectan en estas condiciones. 28 millas de overland, terreno completamente abierto, sin ninguna protección contra el fuerte viento, viento helado por cierto, ya que cuando ahora he visto las predicciones de tiempo que se han dado, ni tan siquiera se asoman a parecerse con la realidad. He visto que Elim marcaban -16ºC de mínima y yo estaba pasando Mosses Bay a media tarde con -38ºC. Había vientos predecidos entre 10 y 20 millas hora (35 km/h) y mi anemómetro me marcaba en ese mismo punto vientos regulares de 80 km/h con ráfagas que se acercaban a 110... eso es mucha diferencia, ¿no creéis? Para colmo, decido arriesgar el ultimo refugio en mitad de la nada para llegar a Mosses Point (a unas 5 h), donde hay una villa de pescadores y donde prefiero pasar la noche caliente antes que volver a montar la tienda en esas condiciones..., pues llego a Mosses Point y resulta que esta deshabitado, solo lo ocupan en verano para la pesca. Todas las cabinas están cerradas o bloqueadas por la nieve y tengo que montar la tienda en una noche "infernal".
No sé lo que se puede pensar estando en casita, quizás en que una vez dentro de la tienda, en el saco, tomando algo caliente, todo ha pasado..., pues nada más lejos de la realidad también. Mientras montas la tienda con ese viento, te quedas helado, literalmente: por mucho abrigo que te pongas, el sudor se hiela y te enfría aun debajo de tanta ropa; por mucho warmer que metas en las manoplas, los dedos se te quedan helados; por mucho que te protejas, la cara se te hiela contra el viento, y una vez dentro de la tienda, a unos -35ºC no entras en calor porque el sudor se te ha helado y no te permite relajarte...
En fin, puede parecer que fue otra mala noche, ¿verdad? pero cuando hay detrás tantas "malas noches", el único consuelo (que por cierto me sorprende "horrores" haber utilizado tanto) es ponerte a llorar de rabia, de impotencia y de fragilidad ante unas condiciones en las que te das cuenta de que no eres nada...
Todo esto es un suma y sigue, como os podéis imaginar.
No abandono por haber pasado una mala noche: mi cuerpo, mi mente, mi dolor muscular y lo vacío que me encontraba, se pusieron de acuerdo y me dieron la suficiente fuerza como para retirarme a escasas 87 millas de donde ahora estoy, un final del que incluso podía ver su resplandor por la noche.
Tras rebasar Golovin, se abrían ante mi 90 millas de un nuevo infierno, terreno abierto sin ninguna protección contra ese viento que no cesa, que sigue soplando sin compasión, y antes que volver a sufrir un día como los anteriores, me vuelvo a preguntar si mi verdadera meta es llegar a Nome, y tras haber recorrido 3 o 4 millas, me doy la vuelta y por fin comienzo a sonreír...
Es tremendamente duro no poder dormir porque no dejas de pensar en que mañana tienes que volver a sufrir un día más, es muy duro caminar sin rumbo y sin dejar de preguntarte si merece la pena tanto sufrimiento, es muy duro sentirte "duro" y verte reducido al llanto como si fueras un niño pequeño, y es muy duro luchar contra un viento, fuerte y helado que te va erosionando el alma a cada día que pasa…eso es muy duro...y no se puede contar, no se puede expresar en palabras lo que allí se vive. Aunque suene un poquito a salida fácil, es necesario vivirlo o haberlo vivido, para poder hacerse una idea remota de lo que os puedo estar contando. Os lo aseguro.
Hoy he hablado con Bill, obviamente ellos lo han pasado igual de mal que lo he pasado yo, las mismas condiciones de viento y frío, pero, ellos viajaban dos juntos y no tenían problemas musculares, y eso ayuda muchísimo.
Cuando yo comenzaba a caminar cada día, la mitad de mi cerebro ( grande o pequeño, la mitad...) estaba ya ocupado por esa molestia muscular y tenia que "filtrar" el resto de problemas con una sola mitad, con lo que cada jornada acababa agotado psicológicamente y la noche no me daba el reposo suficiente como para vaciar el filtro.
Desde hace 8 o 9 días, me he "retirado" cada noche, pero al llegar la mañana continuaba caminando sin saber por qué.
Ahora no quiero buscar en ese dolor una excusa por esa retirada, ha sido un suma y sigue que me ha llevado a tomarla, antes de llegar a Nome, pero mucho más tarde de cuando el cuerpo me lo pedía.
Quizás alguno de vosotros pueda pensar en la fuerza de la gente, en esa capacidad de sufrimiento, afán de superación, instinto de supervivencia, en una voluntad férrea y determinación..., obviamente, algo de eso se necesita para este tipo de retos, pero, si verdaderamente queréis valorar mi fuerza o mi determinación, hacedlo por haber tenido el suficiente coraje como para abandonar a dos o tres días del final de una travesía que me ha llevado cuatro semanas, y no por haber recorrido 1.613 km a pie, entre 14 y 16 horas diarias, recorrer entre 35 y 83 km diarios, nieve fresca durante días y días, vientos de hasta 110 km/h, temperaturas de hasta -43ºC y en unas condiciones que no dejaban momento de relajación. Suena una pasada, ¿verdad? incluso para mí..., pues honestamente, ahora mismo me valoro mas por haber tenido ese empuje moral de "por fin" poder tomar la decisión de abandonar que por todo lo demás.
Ayer y hoy, desde hace semanas, no me sentía tan bien. Saludo y sonrío a todo el mundo que se acerca hasta mi hotel a conocerme y a saludarme, he dormido como un niño y siento un alivio en el alma..., por favor nadie lo sienta por mi, ahora mismo me encuentro tremendamente feliz, por fin.
Llame a Isabel, ella también está contenta con mi decisión..., ¿qué más puedo pedir, no? Siento de corazón si he podido defraudar a alguno de vosotros, por supuesto que lo lamento si así ha sido, pero, hice lo que había venido a hacer..., mi verdadera meta es o era, vivir la experiencia y encontrar mis limite… y viví la experiencia y encontré mis limites...
Os envío un abrazo enorme a todos y una gratitud igual de grande por todas esas palabras de animo que me habéis enviado, son verdadera esencia de vida para una persona como yo.
GRACIAS”