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Vídeo: One Push. Los Pou consiguen su mejor vía de alpinismo en Pumahuanca, 5.563m

Los hermanos Pou, acompañados por el andinista Micher Quito, abren One Push, una vía de 1.000m, M7, 85º V, con duro y peligroso descenso nocturno, tras casi 27 horas de actividad.

Iker y Eneko Pou, repitiendo cordada con el andinista Micher Quito, consiguen su cuarta apertura de este verano, con la que consideran su mejor vía de alpinismo hasta la fecha.

Lo hacen escalando por primera vez la cara suroeste del Pumahuanca, un escarpado y difícil nevado de 5.563m que, dada su enorme complejidad técnica, apenas cuenta con un puñado de ascensiones por su vertiente más accesible.

Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Lo hacen en su estilo ya clásico: sin cuerdas fijas y de tirón. Precisamente por eso han decidido nombrar a la vía como “One Push”, que es como se denomina a las cimas alcanzadas en un solo intento. Han sido 12 horas y media de escalada, con dificultades de M7, 85º en hielo y V en roca. El estilo alpino- que requiere de mucha experiencia, autonomía total, un grado de dificultad asentado en todas las disciplinas y mucha destreza para sumergirse con lo puesto en lo desconocido- se vuelve a imponer en una escalada que los hermanos definen como una de las mejores de su dilatada carrera.
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
“El Pumahuacanca es una montaña muy enrevesada por cualquiera de sus vertientes, lo que conlleva que el descenso sea tan complicado como el ascenso. Creemos que es la primera vez que logramos algo tan difícil con piolet y crampones”.

Llegaron a cumbre a las 17:45, apenas 45 minutos antes del anochecer. Cansados tras 1.000m de escalada en roca, hielo y mixto, con algunos largos muy expuestos, apenas tuvieron tiempo de disfrutar. Difícil encontrar una ruta de descenso; miren adonde miren, solo atisban a observar cientos de metros de caída bajo sus pies. “En ese momento nos dimos cuenta de que debemos darnos prisa y elegir bien el descenso. Apenas tenemos unos minutos de luz y ninguna información previa de cómo bajar una montaña tan grande, que en mitad de la noche, está cubierta de trampas”.

Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
En una decisión siempre arriesgada y difícil, decidieron tirar hacia la vertiente contraria a la que hemos escalada. La primera parte resultó muy inclinada, y la pudieron destrepar con piolets y crampones. “Intuíamos la salvación muy lejana, casi 1.500m más abajo, en las bonitas praderas verdes del valle de Rurec. No podíamos perder la concentración; aún nos quedaba mucho para poder disfrutarlas”.

Se les echó la oscuridad encima, mientras las paredes cada vez eran más altas. Esto impidió los destrepes, y comenzaron los rápeles de fortuna. “Perder metros se convirtió en una tarea ingente. En mitad de la noche, sobre una pared de más de 1.000m, nos vamos inventando un descenso que nos saque del peligro. Pero no se acababa nunca. A las 3 de la mañana ya se había agotado gran parte de la potencia de nuestras luces frontales, y nuestros cuerpos ya llevan varias horas funcionando como autómatas, después de infinidad de destrepes peligrosos y rápeles dudosos. Eran ya 22 horas de actividad, y decidimos parar”.

Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Pudieron tirarse en la hierba. El lugar tenía mucha vegetación por lo que estaban seguros de que el fondo del valle y la salvación estaba próxima, pero eran incapaces, tan cansados y casi sin luz, de terminar de resolver el jeroglífico de salida de la montaña. El lugar dista mucho de ser cómodo, y las 3 horas que discurren hasta el amanecer “son durísimas”. Tirados en una fuerte pendiente, sin más parapeto que nuestra ropa (llevamos horas con todo puesto para combatir el intenso frío nocturno), el viento glacial les hace tiritar “al punto que, en el silencio de la noche, solo escuchamos el castañeteo de dientes del de al lado”.

Cuando amanece, se dan cuenta de que están a apenas 50 metros de la rampa que, de una manera sencilla, les habría conducido a la seguridad del valle. Era fácil verlo de día, muy complejo en su situación a media noche.

Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
A las 7:30am, 26 horas y media después de comenzar, llegaban a la base de la quebrada desde la que dos días antes habían iniciado su ascenso al campo base. Pero tenían un problema: sus tiendas estaban 500 metros por encima, al otro lado de la montaña, y no tenían fuerzas para llegar hasta allí. “Así que contactamos con nuestro cámara y compañero Alex Estrada para que supiera que estábamos vivos y para que bajara todo desde arriba”.

“Una ascensión a una montaña se compone de un ascenso y de un descenso. Por ello, cuando ambos guardan dificultades al límite de tus posibilidades, el conjunto hace que hayas firmado una gran escalada. En este caso, probablemente, la más difícil que hemos logrado en alta montaña. Sin lugar a dudas, ¡Una gran aventura!”.

Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou
Iker Pou, Eneko Pou, apertura de One Push en Pumahuanca, Andes Perú. Foto: Hermanos Pou

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