El Grupo de Montaña de la Guardia Civil de Benasque localizaba anteayer huesos, ropa y material en el glaciar de Tempestades, donde hace casi un año aparecían el carnet de identidad y restos óseos del montañero Joaquín López Valls.
Agosto de 1954. Ignacio Miró señalando la rimaya en la que desapareció el montañero |
Un año después del hallazgo por parte de un grupo de excursionistas de restos humanos y un carnet de identidad en el glaciar del Tempestades, han sido encontrados, en esta ocasión a manos del Grupo de Montaña de la Guardia Civil de Benasque, más fragmentos del esqueleto "expulsados" al exterior por el glaciar.
Todo parece apuntar a que los restos hallados (un 30 por ciento del esqueleto, además de pedazos de ropa, y equipo de escalada) pertenecen al cuerpo de Joaquín López Valls, fallecido en las inmediaciones del Margalida, en el valle de Benasque, hace ahora 47 años. A falta del informe pericial, que será emitido por el Juzgado de Instrucción de Boltaña, en el que se confirmará la procedencia de los restos óseos, parece obvio pensar que se trata nuevamente del montañero catalán, dada la ubicación en la que han sido hallados .Fuentes del Grupo de Montaña de Benasque nos han dado más detalles de las labores de búsqueda: "en el momento en el que los muchachos bajaron y nos entregaron lo que parecían restos humanos en la montaña nos pusimos a trabajar, a pesar de que no supieron decirnos exactamente el lugar en el que los encontraron".Imagen del Glaciar de Tempestades, tomada en agosto de 1954 |
Esto ocurría en septiembre del 2000, y poco después comenzaron las nevadas por la zona, "con lo que ya no se pudo batir la zona. Todo este año, desde la primavera, hemos estado pendientes de volver y reanudar la búsqueda, observando siempre que salíamos al monte a qué altura se situaba la cota de nieve... pero no se ha podido volver a buscar hasta ahora".
El análisis de los restos y la prueba del ADN a la que se someterá el familiar más cercano del montañero -su hermana, al parecer- serán determinantes, aunque esto no se hará público, según la Comandancia de Huesca, hasta que el juzgado de Boltaña dictamine los resultados.HACE CASI 50 AÑOS Joaquín López Valls, que contaba 29 años de edad, formaba parte del Grupo Nacional de Alta Montaña y era profesor de la ENAM, Sección de Cataluña. Tras realizar importantes escaladas en Montserrat, Picos de Europa y Pirineo, en donde contaba con la segunda ascensión a la pared Norte de la Pique Longue, en el macizo de Vignemale, intentaba en aquella ocasión abrir una nueva vía en la pared norte del Margalida, junto a sus compañeros del Centro Excursionista de Cataluña Ferrera, Peire, Andrés Pérez, Clúa, Puigcarbó y Antonio Griful.Durante la ascensión una enorme laja de granito sobre la que estaba escalando Joaquín López se desprendió, arrastrando al montañero con ella hasta el interior de una profunda rimaya.AQUELLA PRIMERA BÚSQUEDA Antonio Grifol, miembro del equipo de rescate y compañero del montañero fallecido, relató en el año 54 los pormenores de las labores de búsqueda del cuerpo: "...montañeros de Cataluña y Aragón participaron activamente en la búsqueda del cuerpo del conocido y experto alpinista catalán. Hacia las cuatro salimos de la Renclusa. El tiempo, bastante bueno al principio, empezó a empeorar a medida que nos acercábamos al pié de la pared, permitiéndonos únicamente una visión total del lugar del accidente con tiempo despejado. Seguidamente la niebla invadió todo el valle y poco después empezó a caer granizo mezclado con nieve y agua. Nos calzamos los crampones y nos encordamos, dirigiéndonos un grupo a la rimaya que quedaba debajo de la línea de caída del cuerpo, lugar al que dedicamos especial atención.""En el mismo labio de la rimaya en que suponíamos había caído el cuerpo hallamos un pitón que Ignacio Miró identificó como uno de los que utilizaban, y unos metros más abajo, entre piedras de reciente caída, rastros del impacto de las piedra en Joaquín (...) Descendimos dos veces por la rimaya en unas condiciones atmosféricas cada vez peores. Penetramos dentro de la misma unos diez o doce metros , desde donde podíamos asomarnos por un agujero sobre una gran sala circular en cuya base pudimos comprobar, a pesar de la poca luz ambiente, varias angostas aberturas que se perdían más abajo... Desalentados por lo infructuoso de nuestros esfuerzos y ante un mayor empeoramiento del tiempo, ya que empezaban a caer rayos a lo largo de las crestas de Salenques y Tempestades, nos reunimos todos en al superficie del glaciar, decidiendo dar por terminada nuestra búsqueda y descender hasta Benasque..." |