Sobre todo en el Nanga Parbat, donde el equipo kazajo-internacional llevaba un régimen de equipamiento maratoniano. A otros la nieve les ha sorprendido enel recien instalado Campo Base; a donde otras muchas expediciones aun están por llegar
Oscar Gogorza e Iñaki Ochoa, de vuelta al base con la llegada de un temporal |
El mal tiempo ha hecho retornar ala normalidad los parajes del himalaya pakistaní. No era, desde luego, usual, la racha de buen tiempo que había permitido que se sucediesen los dáis de sol, y que las expedciiones adelantasen mucho sus planes de ascensión. Así lo cuenta Oscar Gogorza, miembro de una expedición de alpinistas archiconocidos y muy variados _léase, un grupo de kazajos, incluyendo a Denis Urubko, y una selección internacional liderada por Simone Moro y formada además por Iñaki ochoa de Olza, Ed Viesturs o Jean Christophe lafaille. Gogorza describe así la situaci´n en su comunicado de ayer:
“Ahora que el campo base empezaba a parecerse a una autentica pradera, una súbita nevada nocturna ha roto el ingenuo encantamiento en el que nos habiamos instalado desde hace ocho dias. La nieve nos ha recordado que el Nanga Parbat tiene poco de amable y mucho de tramposo. Una avalancha barrio ayer el corredor que conduce al campo 2 y ensombrecio nuestras perspectivas de futuro. Ahora, el parón es obligatorio y debemos esperar que el sol limpie el exceso de nieve. El grupo kazajo, que ayer pudo fijar cuerda hasta una altura de 6.500 m, esta de regreso en el campo base, con el testigo en la mano. Lo recogeremos en breve, quiza pasado mañana, con el objetivo de dormir en el campo 2, equipar el campo 3 y dormir ahi mismo si no nos revienta la cabeza. Los partes aseguran una ventana de buen tiempo de cinco o seis dias y si sabemos aprovecharla, el proximo viaje debera llevar a algunos hasta la cima”.
La ruta a lo largo del muro Kinshofer |
Así pues, las espectativas de haber ‘saldado’ el nanga antes de que muchas expediciones ni siquiera lleguen al piew de la montaña sigue en pie., Comprensible, si se tiene en cuenta el comunicado del lunes, emitido justo antes del cambio del clima, y que reflejaba todo el asombro de un más bien extenuado Oscar: “La elite del alpinismo tiene estas cosas. Uno llega al pie del Nanga Parbat convencido de que va a tirarse meses paseo arriba paseo abajo, equipa que te equipa, portea que te portea, suda que te suda y… si, uno hace todo esto, pero a una velocidad y con una efectividad de ciencia ficcion. Iñaki Ochoa de Olza, veinte expediciones de experiencia, siete ochomiles en la morchila, resopla alucinado. Simone, otro tanto, convencido de que nunca ha coincidido en la misma expedicion con un grupo de alpinistas tan potente. Las cifras cantan: en siete dias de campo base se han agotado 2.500 metros de cuerda fija, instalado los campos 1 y 2 y el tercero, a 6.800 metros puede caer en dos dias. Nos baña el sol, nos lleva el ritmo enloquecido de relevos en el que trabajamos. Cuatro escalan, cuatro portean, ocho descansan, y luego, nos intercambiamos. Esto parece mas una carrera de relevos, una contrarreloj por equipos en la que cada uno mira el cronometro con avaricia y cuenta lo obtenido. Como si nadie quisiese defraudar al vecino haciendo menos de lo que esta en sus manos. El, a Simone, Franco y Mirco les dio un ataque: salieron del campo 1 a las 5.30 de la madrugada y escalaron, escalaron, escalaron hasta que se quedaron sin fuerzas, pero sobre todo, sin cuerda. Fue un alivio: hubieran sido capaces de poner un pasamanos hasta la cima y disculparse asegurando que no lo habian hecho a posta. Equiparon el Muro Kinshofer, con largos de 5+ a 6100 metros, en hora y media.
Menos exagerados, Iñaki, Ed y yo mismo, arrancamos a las seis de la madrugada, cargados con el material para montar el campo 2. Depositamos las cargas a 5.900 metros, justo cuando un obus apellidado Lafaille nos alcanzo, escalando el corredor que conduce al muro Kinshofer como si pasease de tiendas por Chamonix. Ocurre que el dichoso corredor, con tramos de inclinacion de 70 grados helados, infunde el respeto suficiente como para no sentirse en ningun momento ni comodo ni seguro. Lafaille parecia encantado con la via. Temi que pidiese una taza de cafe para saborear el momento. El grupo kazajo tenia que descansar un par de dias, pero igual que al trio italiano, una descarga extraña debio de sacudirles. O las ordenes de su lider, Illynsky, un gran ex escalador ruso que distribuye a sus ocho pupilos de acuerdo a una recia disciplina militar. Durante el descenso, nos cruzamos con cuatro de sus kazajos, los mismos que hoy han instalado, junto a Ed y a Lafaille, las tiendas del campo 2. Iñaki hace cuentas en su cuaderno: si el sol acompaña, el proximo dia 17 se podra lanzar un ataque a la cima. Normal, un poco mas lejos esperan el Broad Peak y el K 2.La expedición Andalucía K2 ya establecido la base y equipado hasta el Campo I |
Como decíamos, las expediciones de un solo objetivo se lo toman con algo más de calma. Por ejemplo, el esloveno Tomas Humar daba una rueda de prensa en el aeropuerto de Luvjianca, antes de volar a pakistán. Humar pretende abrir una nueva ruta en la tremenda pared del Rupal, lo que significa casi 5000 metros de precipicio, aunque no ha dado más detalles sobre el recorrido y el resto de su expedición, al parecer formada por diez personas.
También desde España los vuelos a pakistan han ido repletos de expediciones: varios grupos están a punto de pensando en uno o dos de los Gasherbrum (entre ellos, la expedición Canarias 8000, de la que pronto tendremos más noticias; la de Eva Zarzuelo, que ya nos contó su expedición al nanga Aprbat hace dos veranos, o la de Al Filo de lo Imposible, con Oiarzabal, Latorre y Zabalza de especialistas, y Edurne de alpinista-protagonista del documental, sobre todo si sale del trance con ¡seis! Ochomiles tachados de su lista. El Nanga es el ovbjetivo de la expedición de la Universidad Politécnica de Valencia, aunque no saldrán hasta el seis de julio. Al menos otras dos expediciones españolas (al menos en parte) han decidido regresar a un K2 que el verano pasado les fue esquivo e ingrato. Se trata de la Ponce de León y Araceli Segarra (que también han solicitado permiso para el Hidden Peak) y la de Carlos Soria, que vuelve con Jorge Palacios pero que, en vez de a Carlos Suarez, Jose Luis Hurtado, esta vez lleva a un joven Aurelio Sanz, nuevo en los ochomiles, pero curtido en continuas escaladas en Alpes y Yosemite, en competiciones de ultraresistencia y un intento al Thalay Sagar.