El Polo Norte geográfico. El lugar más inhóspito y solitario de la tierra... ¿O no? Hay varias razones que han impulsado a expediciones de todo el mundo a desechar otras aventuras para fijar el rumbo al Norte; ahora queda ver cómo se comportan.
La invariable llanura del Polo puede desesperar a quien no esté realmente motivado |
¿Por qué hay tanta gente en el Polo Norte (o, al menos, en sus alrededores) esta primavera? Sin llegar al surrealismo de algunos anuncios de televisión (Georgie Dann no ha llegado todavía) lo cierto es que este año las expediciones polares se han multiplicado. Además, el perfil de quien las protagonizan ha cambiado de pronto. Ya no se trata de los curtidos exploradores polares, para quienes el gran Norte es el último reto, que osan afrontar tan sólo tras años de experiencia en las tierras más frías del mundo. Curiosamente, sobre la fina banquisa del Artico, este año se mueven y arrastran sus pulkas jóvenes aventureros adictos a la adrenalina, himalayistas rebotados, buscadores de la soledad en un planeta saturado, naturalistas, personas que quieren demostrar algo, periodistas que van a dar testimonio de cómo los anteriores demuestran algo, clientes de expediciones comerciales e, incluso, algún turista que aterriza en avión, a la luz del sol de medianoche.
Además de la lógica sorpresa de focas y osos polares, este trajín de gente –por supuesto, relativo; que nadie se imagine grandes caravanas, porque hay mucho hielo y no tantos osados- tiende a crecer. Lo que estamos viendo esta primavera, a pesar de venir favorecido por circunstancias coyunturales, es un fenómeno que probablemente, no solo se repita en años futuros, sino que directamente, se establezca o aumente. Nos referimos, por hacer un cálculo, a que, en vez de seis expediciones al Polo Norte cada año, haya sesenta.Continuamente hay que salvar grietas y buscar el camino entre canales de agua |
Pero, repetimos, el número de gente no es lo realmente importante. Después de todo los expedicionarios árticos causan poco impacto ambiental, porque allí hay poca cosa donde impactar (excepto, claro, nuestro maltratado mar). El problema que queremos analizar ahora, es si toda esa gente que, de pronto, deciden un día llegar al Polo Norte, están realmente preparados para la aventura, y saben dónde se meten.
Podríamos decir lo mismo (y ya se ha hablado muchísimo del tema) de los montañeros que, tras unos meses de caminatas por montañas y bosques cercanos, deciden lanzarse , de golpe, a por los gigantescos picos del Himalaya. Pero es que, además, el Polo Norte es aún más desconocido que la experiencia que subyace en una gran montaña. Y no es lo mismo. Nuestra premisa en este artículo, es que una persona no puede enfrentarse al Ártico con la misma mentalidad con que encara la ascensión a un pico de gran altura, o a una gran pared de roca. En el ártico cambia el paisaje, cambian las condiciones, las normas a seguir y las armas que podemos usar. El hielo polar nos ‘atacará’ de otra manera, y debemos defendernos de distinto modo. Incluso la motivación que empuja a alguien a subir a lo más alto, es diferente de la que le lleva a avanzar penosamente hacia un lugar que no se diferencia en nada de lo que hay alrededor, y en el que apenas un GPS (o ni eso) le indica que, desde ese punto, todo es Sur.A diferencia de la Antártida, el Polo Norte es rico en fauna, a veces de tamaño más que considerable |
Caminando sobre cuatro mil metros de océano
El Polo Norte Geográfico no se encuentra en ninguna tierra, a ninguna altura. Ese extremo del planeta sólo hay agua, con una fina lámina congelada en superficie, que continuamente cambia de forma. Esta premisa es fundamental para tratar de entender el Ártico y lo que supone una travesía sobre él: el Ártico no es un continente, sino un océano. Y quienes se aventuran sobre sus hielos, están caminando sobre las aguas más profundas del planeta. Es un mundo aparte, sin nada sólido ni perdurable. Al estar formado por agua, que además no se encuentra en su estado natural, sino congelada por efecto del frío, no tiene una forma ni unas dimensiones fijas, no hay puntos de referencia. La banquisa flotante provoca que ni siguiera sea fácil situar el propio polo. Los canales de agua, se abren y cierran aleatoriamente, por efecto de las corrientes y las mareas, pero no puede establecerse su ubicación. Ni siquiera su extensión puede calcularse. Sólo aproximadamente, los 16 millones de kilómetros cuadrados de hielo que se extienden en invierno, se quedan en 9 millones al final del verano. Y, por supuesto, no es un solo bloque compacto