Tras haberse cumplido ya algo más de setenta años desde que se descendió por primera vez un cañón, queremos hacer hoy un repaso a la evolución de la disciplina del descenso de cañones, así como de las técnicas y de los materiales empleados. A la vez, queremos dar ese merecido homenaje a los hombres que recorrieron y exploraron estos senderos de agua por primera vez y a los que han conseguido con su pasión y dedicación, que el descenso de cañones haya alcanzado el nivel actual.
Rápel guiado de 7 metros en Gorgas de Vall Figuera, el Els Ports (Tarragona) |
Gracias a las variaciones introducidas en pro de la Federación de Canoa-Kayak, era posible abordar descensos muy técnicos y de un alto compromiso, con unos márgenes de seguridad muy elevados. El papel de la gente de canoa-kayak había sido determinante y por primera vez las técnicas de aguas vivas se encontraban fusionadas con las propias del descenso de cañones.
Todas estas técnicas específicas vieron por primera vez la luz en un manual técnico de descenso de cañones, publicado por la Escuela Francesa de Descenso de Cañones a principios de la década de los noventa. No obstante algunos años después, concretamente en abril de 1999, se publicó la versión actualizada de este primer manual, el “Manuel Technique de Descente de Canyon”. Esta obra magistral, considerada por muchos como la Biblia del descenso de cañones, supuso un antes y un después en cuanto a técnica se refiere.
Inicialmente el manual de la EFC vio la luz escrito en francés, aunque posteriormente fue traducido al español y publicado por la Editorial Desnivel en nuestro país. Es sin duda un libro de lectura obligada para la gente que quiera iniciarse en este apasionante deporte y más aún para los que deseen depurar su técnica. Atrás debe quedar la idea de que el descenso de cañones es una actividad lúdica y exenta de riesgos. La relativa facilidad de acceso de algunos barrancos y la masificación a la que se ha visto expuesta la actividad durante los últimos años, han dado lugar a una explosión incontrolada de practicantes, cuyo envés ha sido un aumento desmesurado de accidentes.
Barranco de Consusa Inferior, en Revilla (Huesca) |
La mejor forma de iniciarse es sin duda realizando alguno de los cursos monográficos, que anualmente organizan las federaciones de espeleología y montaña, o bien contratando los servicios de un guía titulado. Las federaciones organizan multitud de cursos, entre los que se encuentran cursos de iniciación, perfeccionamiento, autosocorro, aguas vivas… En definitiva la oferta es muy amplia y variada, por lo que no existe excusa alguna para comenzar a pasarlo cañón, pero ante todo con seguridad.
En estos cursos aprenderemos las técnicas de progresión horizontal: saltos, toboganes, destrepes, pasos en oposición… Las técnicas básicas de progresión por cuerda: la utilización correcta de los descensores, las técnicas de descenso y ascenso, las técnicas de recuperación de cuerda, los nudos… Y a nivel más avanzado la colocación y utilización de los anclajes, los sistemas de rápel alargable, las técnicas de autosocorro y un largo etcétera.
Volver a la escuela
Con el paso de los años los barranquistas hemos tenido que “volver a la escuela” para reciclarnos y adaptarnos así a las nuevas técnicas y exigencias.
Tobogán en la Garganta del Sorrosal, en Broto (Huesca) |
Atrás quedó bajar las cascadas en doble y con cuerdas dinámicas, que además se encontraban esparcidas por la marmita de recepción, lo que suponía un serio riesgo al poder quedar enredados con ellas en el momento de finalizar el rápel, pudiendo ser atrapados entonces por algún movimiento de agua peligroso generado por la cascada. Actualmente, las cuerdas utilizadas son semiestáticas y están elaboradas totalmente en poliamida.
La forma de bajar las cascadas ha cambiado mucho, ya que siempre que existe un cierto caudal de agua, las cuerdas se encuentran instaladas en simple, es decir, utilizando un único extremo y enrasadas por encima del agua mediante un sistema alargable en la cabecera, que permite en caso de que un miembro del grupo quede bloqueado, descenderle hasta la base de la cascada de una forma rápida y sencilla, evitando así un posible ahogamiento. Por si esto fuera poco, al trabajar en simple, el extremo contrario de la cuerda utilizado para la recuperación, puede ser empleado en caso de necesidad para una eventual maniobra de autosocorro, con la que ayudar a alguien que se encuentre en apuros.