De caminante a corredor, de excursiones de una jornada a tiempos que se cronometran en minutos... las técnicas y claves que exponemos en este artículo te abrirán las puertas de una disciplina con entidad propia e importancia creciente: las carreras de montaña
Mucha cabeza
Todos sabemos que un gran deportista destaca no sólo por sus cualidades físicas, si no por su inteligencia a la hora de competir. Aunque no pretendamos ganar la Copa del Mundo, o ni siquiera una carrera local, cualquiera aspiramos a lograr un buen puesto o mejorar los tiempos de años anteriores en las carreras de montaña. Así que la cabeza no sólo será un factor clave para los que disputan los primeros puestos, sino para cualquier competidor. Regular bien, conocer nuestros límites y capacidades, nuestro estado de forma, el trazado y desniveles de la prueba y las condiciones en que se va a desarrollar puede ser lo que haga que lleguemos o no a meta; así de simple. El famoso “muro” del maratón en una carrera de montaña no tiene lugar fijo, puede aparecer en cualquier momento.
En primer lugar debemos reconocer que en nuestra especialidad la comparación de tiempos con carreras en ruta no son una referencia válida. Hay innumerables factores fijos a tener en cuenta (desniveles, terreno, altitud) que alteran el ritmo y los tiempos, y otros que pueden hacer variar nuestros registros de un año a otro en la misma prueba: el viento, la niebla, el sol, el estado del terreno… Es fundamental conocer la distancia de la carrera, el desnivel acumulado, la altitud, referencias de los records, los avituallamientos –sobre todo qué dan en ellos– y un pronóstico del tiempo.
Independientemente de la distancia y los desniveles, cuanto más tiempo se pase en altitud más desgaste habrá. No es lo mismo subir y bajar todo de una vez, que subir y bajar constantemente. Correr por nieve, y dependiendo del estado de ésta, es mucho más agotador. El sol en altura puede ser arrollador... Todos estos factores deben ser valorados técnicamente a la hora de regular el ritmo de carrera. Ésta es una de las claves fundamentales para lograr nuestro objetivo. Se supone que hemos hecho el entrenamiento adecuado y hemos llegado a la competición en óptimas condiciones, ahora debemos aplicar la cabeza.
Es importante olvidarse de los piques. Igualmente no debemos correr rápido en las zonas llanas o en los caminos de buen firme; a no ser que estemos llegando a meta. Regular y reservar fuerzas nos llevará a remontar muchos puestos al final, a no sufrir “pájaras” y rendir al máximo.
Nunca tenemos que despreciar los avituallamientos. No importa parar unos instantes para beber y/o comer bien. Incluso debemos evaluar cuánto tiempo estaremos sin poder avituallarnos por lo que, si es preciso, llevar un portabidones o una riñonera con agua, bebida isotónica u otro aporte energético.