Los ‘peligros’ ofrecidos por las competiciones multiaventura (ríos de aguas bravas, naturaleza salvaje, vertiginosas cumbres, etc...) se han visto superados en la práctica por problemas de salud derivados de la falta de sueño y el agotamiento. Antes de forzar la máquina, en este reportaje damos una serie de consejos y la opinión de un experto sobre lo que nos espera ‘ahí fuera’.
Descender un barranco, asegurar un anclaje, pasar una vía o reaccionar a tiempo en un descenso en bicicleta de montaña, suponen de por sí, una situación en la que se han de poner los cinco sentidos. Y cuando no se ha dormido correctamente, y además el cansancio se va acumulando durante horas y horas, las posibilidades de ofrecer una respuesta adecuada a todas estas situaciones, se pone seriamente en peligro. Y la consecuencia puede recaer directamente sobre el deportista o el equipo que en ese momento está involucrado. Pero una consecuencia que no puede tomarse a la ligera. Una consecuencia que afecta a la integridad del deportista. Y con eso no se juega.
Las pruebas “non-stop”, van contra la naturaleza. Nuestra naturaleza interior. Se necesita el descanso para poder recuperarse y rendir al máximo. ¿Y no son estas, pruebas en las que se da la imagen de un deporte en el medio natural, respetando el entorno?. Entonces ¿por qué se proponen pruebas que van contra la naturaleza humana?. Parece una contradicción. El esfuerzo sin descanso son polos opuestos, y respetar y disfrutar de la naturaleza, se contrapone en estas pruebas con la naturaleza del hombre/mujer. Se está llegando a incluir la competición en parajes en los que se busca la proximidad con el medio, donde se va a disfrutar de todo lo que puede ofrecer un bosque, un río, una montaña o un amanecer. Y en voz de los competidores consultados, y que han tomado parte en diferentes pruebas de este tipo, precisamente, disfrutar de la naturaleza, no se consigue en ningún momento. Cuando relatan sus experiencias, afirman que llega un momento en el que “actúas por inercia, casi de forma inconsciente”. “Caminas por caminar”.
Y es que, el gasto energético que supone un esfuerzo prolongado en el tiempo, es considerable. Y aquí se vuelve a ir contra el funcionamiento natural del organismo, que necesita un aporte adecuado de alimentos y líquidos, para poder seguir rindiendo al máximo de sus posibilidades, tanto desde el punto de vista físico como mental. La alimentación durante los recorridos se basa en barritas energéticas y bebidas electrolíticas, que buscan paliar en cierta manera el desgaste tremendo que se ocasiona. La consecuencia de una reposición incorrecta de energía, desemboca en un descenso paulatino del nivel de rendimiento. Y así es como se llega al final, “como se puede”.Sueño inadecuado, alimentación e hidratación escasas, horas y horas de actividad. Aspectos que durante la preparación previa a un raid, no pueden ser entrenados como se ha de hacer ante cualquier competición. El deportista ha de saber y conocer cómo responde en cada momento. Lo ha de tener todo controlado y preparado. Y este aspecto, se escapa en la preparación. No dormir, comer y beber poco y entrenar mucho, no es lo más conveniente bajo ningún sentido. Aunque siendo exactos, algunos equipos pueden entrenarlo. Aquellos cuyos sponsors cubren a los deportistas, permitiéndoles una preparación rigurosa y exacta. Aquellos que llegan a la meta con gran número de horas de antelación. Aquellos que se dedican a los raids de forma seria. Pero en la línea de salida no sólo se encuentran ellos. También hay espacio para el grupo de competidores que va a probar una experiencia diferente, pero que cuenta con materiales y medios que distan años luz de los de los equipos bien preparados. Y esa diferencia en posibilidades, también lo puede ser a la hora de la seguridad durante la prueba, por no hablar de las horas de preparación y entrenamiento necesarias para abordar un “non-stop” o un raid convencional. Horas de entrenamiento que sólo se consiguen con una dedicación casi exclusiva a este deporte. No ir suficientemente preparado, bien en materiales, bien en entrenamiento, a una prueba como estas, es un riesgo que se ha de conocer antes de colocarse en la línea de salida.
Estamos quizás volviendo a la época de los gladiadores, en las que la multitud se reunía para ver hasta donde llegaba el esfuerzo agónico de los que saltaban a la arena. Pedalear, remar, escalar, correr, no dormir, no comer, no beber, no parar. Demasiados verbos antagónicos, que sólo sería capaz de desarrollar el hombre de la “S” en el pecho. Eso si, sin despeinarse. Pero seamos coherentes. Él y sólo él no notaría las consecuencias de un esfuerzo de esta envergadura, al mismo tiempo que sería capaz de disfrutar de la maravillosa “madre naturaleza”. Y es que, Superman, sólo hay uno.